RESTAURACION PAPEL

Barbáchano & Beny

Por: Pedro Barbáchano

Una curiosa clínica en Cercedilla

Un pueblo de montaña a 45 minutos al norte de Madrid en la Sierra de Guadarrama parece un sitio extraño para encontrar una empresa líder mundial en «la patología y restauración del papel,» pero es aquí donde se ubica Barbáchano & Beny, en Cercedilla. Aquí en los bajos de una casa de piedra, iluminados por grandes ventanales, Pedro Barbáchano y su mujer, Ana Beny, han montado uno de los talleres más avanzados del mundo en materia de restauración de papeles y pergaminos. Desde aquí atienden a clientes, sobre todo institucionales, del mundo entero.

La palabra «taller» se queda corta a la hora de describir esta operación que, además, incorpora aspectos de un laboratorio de investigación, un despacho de detectives y una clínica. «Es exactamente lo que somos,» dice Pedro Barbáchano, «una clínica para papeles enfermos». Esto explica el ambiente de hospital que reina aquí: las batas blancas, la limpieza compulsiva, el serio discurso científico de Pedro, y su aire paternal de médico de familia. Su misión está clara y la metáfora médica completa: Pedro y su equipo de expertos diagnostican las enfermedades del papel, llevan a cabo el tratamiento indicado y luego hacen un seguimiento de la recuperación del paciente.

Nuevas normas en restauración

El texto del folleto de Barbáchano & Beny se lee como una condena: «La época de la restauración empírica terminó. Hoy exige una metodología científica donde no cabe el virtuosismo ni la improvisación. Los daños más graves e irreversibles tienen sus orígenes en ‘restauraciones’ llevados a cabo por hábiles pero aficionadas manos carentes de formación técnica especializada».

«Quería ver de lo que era capaz…»

Pedro aparenta unos 50 años bien llevados y se encuentra cómodo en el papel del maestro, hablando con la claridad y confianza de una persona que está en la cima de su profesión, y que tiene que rendir cuentas únicamente a sus clientes. Se formó profesionalmente en los departamentos de restauración de las grandes instituciones españolas, museos, bibliotecas y archivos, «por lo cual estoy eternamente agradecido», dice Pedro. «Está claro que yo debo mi formación al pueblo español». En el año 1988 Pedro solicitó una excedencia de cinco años en el sector público con tal de establecer su propia empresa de restauración de papel. «Aquí no había ningún sitio serio para atender a clientes privados, y yo quería ver de lo que era capaz fuera de los límites de la administración pública.» Pedro jamás se arrepentió de su decision.

Irónicamente, después de 14 años de funcionamiento Barbáchano & Beny hace pocos encargos para clientes privados, y menos en Madrid. La mayoría de sus clientes son instituciones de todo el mundo. «Hoy día solo tocamos obras importantes», dice Pedro, y añade, «Ves ese libro en que Ana está trabajando ahora. Fue escrito a mano por el hijo de Cristóbal Colón. Básicamente,» afirma Pedro, «nuestras instalaciones, equipamiento y nivel técnico figuran entre los mejores del mundo. La única área donde no podemos competir es en precio. Además de que nos caen siempre los trabajos más difíciles, los que los otros rechazan, todos los materiales y técnicas que tocamos son caros. Inevitablemente, todo esto se tiene que reflejar en nuestros precios.»

Ana Beny es una mujer joven, animada y profesional. Expresa sus ideas con claridad y decisión; carácter no le falta. Está concentrada sobre una mesa de luz en el retoque de las páginas de un libro que aparenta tener 400 años y, efectivamente, los tiene. He venido a hablar con Pedro y Ana sobre la conservación de obra gráfica sobre papel, materia que dominan ampliamente. Pero inevitablemente, en un sitio donde suceden tantas cosas interesantes, la conversación toma otros rumbos.

Los Cazafantasmas del papel

El tema que más me fascina a mí es el de la intervención y salvamento en fondos dañados por desastres. ¿Qué hacen los responsables cuando se inunda una biblioteca o un archivo lleno de libros antiguos y manuscritos valiosos? Lo que hacen es llamar a Barbáchano & Beny, que han hecho de estas operaciones de rescate una de sus especialidades, tales «Cazafantasmas» de los enemigos del papel. «Todas las preparaciones están hechas de antemano», dice Pedro. «Esto incluye unas furgonetas especialmente equipadas y un personal altamente especializada.

Cuando ocurre una emergencia movilizamos a todo el equipo de inmediato. Esto incluye nuestra plantilla de 11 expertos, sus familias, hasta las novias. El tiempo apremia; las primeras 48 horas son críticas, puesto que ese es el tiempo que tardan las manchas producidas por hongos en aparecer. Estas no son situaciones fáciles, «dice Pedro. «Necesitas secar todo de la forma más rápida posible con tal de evitar manchas, pero un secado rápido produce deformación del papel y la piel de las encuadernaciones, que sólo agrava los problemas. Así que, no puedes aplicar calor, ni ventilación fuerte. Pero tampoco puedes perder tiempo mientras que los hongos causan daños irreparables. El problema parece no tener solución.»

¿Qué se hace, pues?

«Aquí entra en juego la tecnología,» dice Pedro, triunfante. «Congelarlos todos.»

¿Y cómo se congela el contenido de todo un archivo histórico?

«Es complicado, pero no tanto como parece. La última vez que ocurrió, llevamos todos los libros y manuscritos a una planta congeladora en un polígono industrial en las afueras de Zaragoza».

¿Entonces qué? Cuando se descongelan, vuelven a estar mojados, ¿no?

«La verdad es que, no,» dice Pedro, «puesto que no los descongelamos hasta que no estén secos. Es decir, los sometemos a un proceso de liofilización, de la misma manera que se producen las sopas deshidratadas o la comida de peces tropicales. Poco a poco colocamos los libros, documentos, grabados, mapas y manuscritos en una cámara hiperbárica, esencialmente el mismo aparato que utilizan los buzos para descomprimirse. Pero en vez de incrementar la presión atmosférica dentro de la cámara, la disminuimos, creando un vacío.»

¿Qué sucede entonces?

«Entonces el hielo empieza a sublimarse, o pasar directamente desde un estado sólido a gas, evitando así la etapa líquida. Así que todo se seca sin darse cuenta de que haya estado mojado. Vamos,» dice Pedro, «no es exactamente así de sencillo, puesto que hay delicadas cuestiones de manejo y muchos controles científicos durante el proceso, pero esta es la esencia».

La clave de la conservación: el enmarcado

En cuanto a la conservación de la obra gráfica sobre papel, Pedro es tajante: «El 90% de los trabajos de restauración tienen su origen en un mal enmarcado, y es aquí donde las medidas preventivas pueden incidir con más eficacia. La buena noticia es que prácticamente toda la deterioración del papel se puede evitar de forma relativamente fácil, implementando unas simples precauciones,» dice Pedro. «La mala es que casi nadie las implementa, y la responsabilidad principal de esto reside en los talleres de enmarcado de todo el mundo. Debido a la ignorancia casi universal de los marqueteros, son más propensos a estropear las obras sobre papel que a conservarlas.»

«Es realmente trágico, puesto que la conservación de las obras de arte sobre papel, ni siquiera es muy complicado. No hay formulas mágicas,» dice Pedro, «sólo sentido común. Sólo hace falta familiarizarse un poco con los enemigos naturales del papel-el calor, la humedad, la luz, los ácidos, los insectos-para poder evitarlos. El enemigo más común del papel es la madera, por su contenido ácido, así que en la obra enmarcada jamás se tiene que colocar un fondo de madera. Hasta la moldura de madera se debería de mantener a una discreta distancia del papel. Naturalmente, todos los elementos del enmarcado que entren en contacto con el papel deberían ser de Ph neutro, o ligeramente alcalino.»

Con frecuencia, según Pedro, los problemas de conservación son inherentes al mismo papel. «La mayoría de los papeles modernos nacen ya contaminados en el proceso de fabricación,» dice, «así que, con el tiempo la exposición a niveles normales de luz y humedad provocan reacciones químicas. Desde luego, estos problemas se complican aún más en climas cálidos y húmedos. ¿Cómo prevenir esto? Utiliza siempre papeles con garantía de estar libres de ácidos. Los mejores fabricantes producen papeles de calidad, aunque cuesten más caros. La calidad de los materiales proporciona la mayor garantía de conservación, pero esa calidad nunca es barata. No hay duros por pesetas.»

Los mejores papeles de la historia

Según Pedro, los mejores papeles de la historia se fabricaron en Europa en el siglo XVIII. Fabricados por maestros papeleros de trapos blancos de lino y cáñamo puro, estos papeles se consideraban los soportes de los legados culturales de los respectivos países, y se trataron como tal. Pero muy pronto la demanda de papel se disparó. Hubo un tiempo en que había contrabando de trapos del sur de Europa al norte. Al final los papeleros tuvieron que recurrir a las fibras de celulosa de los árboles, fibras más cortas y de color marrón, que necesitaban de tratamientos químicos para blanquearlas. La calidad del papel jamás volvió a ser la misma.

Dados los niveles casi universalmente bajos de los servicios de enmarcado y restauración de que disponen los coleccionistas de arte en todo el mundo, la cuestión de cómo encontrar técnicos fiables para estos trabajos adquiere una importancia tremenda. Pedro ofrece unas sugerencias valiosas. «Un enmarcador o restaurador competente es esencial,» dice. «Si no puedes encontrar una persona recomendada por un buen conocedor de la materia, entonces es cuestión de hacer tus deberes. Deberías de leer todo lo que puedas sobre la materia; hay mucho material en Internet. Luego acude a tu marquetero o restaurador para comentar tus preocupaciones. Si no te da las respuestas adecuadas, sigue buscando hasta dar con alguien que te convenza.»

Curas peores que las enfermedades

«En asuntos de la restauración del papel, con frecuencia la cura es más dañina que la enfermedad en sí,» dice Pedro. «La mayoría de las intervenciones pueden acarrear cambios en el papel a medio y largo plazo. Con frecuencia es tan importante o más el trabajo que decides no llevar a cabo en un papel, que el que ejecutas. Un buen restaurador dedicará tiempo a comentar todos estos asuntos con su cliente, para que el cliente pueda tomar decisiones informadas. Si tu restaurador no te habla, es una mala señal.»

«Hay que tomar decisiones importantes en cuanto a las manchas, por ejemplo. Las manchas producidas por hongos se pueden eliminar con blanqueadores químicos, por ejemplo, pero los efectos a medio y largo plazo son mortales. Yo no quiero ninguna obra que haya sido blanqueada. Hace poco blanqueamos un grabado de Goya para un cliente que insistió. Cuando se lo devolví le dije, ‘Ahora, véndelo.'»

«Muchos restauradores antiguos abusan de la técnica de mojar los papeles deformados, luego sometiéndolos a altas presiones en una prensa,» dice Pedro. «Este proceso elimina todas las cualidades texturales de un grabado o documento. Hablo de las texturas inherentes al papel en sí, en la tipografía, los bordes de la plancha de un grabado, sin mencionar los texturas de la plancha o el golpe en blanco, que son las primeras que se pierden.»

Una promesa del maestro

Pedro Barbáchano es una de esas personas excepcionales que te enriquecen con su conversación, y para una persona con interés en la conservación y recuperación de obras de arte las recompensas se multiplican. Me atreví a preguntarle si estaría dispuesto a compartir su conocimiento específico sobre un tema tan importante como el enmarcado con los lectores de Grabadores Españoles. «Me encantaría hacerlo,» dijo Pedro. «Sólo es cuestión de encontrar el tiempo. Pero, puesto que es un tema que considero extraordinariamente importante, le daré prioridad.

Recopilación realizada

Por: Rafael Carrasquero Anurite

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Tlf 58+0414 243 5172 Caracas Venezuela

Fuente:www.spanishprintmakers.com/spanish/barbeny1.htm

A todos ellos nuestro agradecimiento.