REVISTA INTERNACIONAL DE

POLICÍA CRIMINAL N º 230

Por Milton LIPSON

American Express

Para investigar adecuadamente un delito hay que hacer indagaciones que vayan más allá de los indicios materiales encontrados en el lugar del suceso. La historia de las averiguaciones que han tenido éxito está llena de casos en los cuales los indicios encontrados en el lugar de los hechos completaron un conjunto completo de pruebas.

Los ejemplos de tales resultados no se limitan a las investigaciones mediante el estudio científico de la sangre, el cabello, las partículas de piel, las marcas de las lavanderías, las marcas de los sastres, los papeles, las armas de fuego, etc. -que se cuentan por centenares-.

Un aspecto de tales investigaciones y explotación de los datos es el uso espectacular por diversas organizaciones policiales de indicios proporcionados por números de serie. Me refiero a números que figuraban en documentos de la American Express Company y que fueron sometidos a las calculadoras electrónicas de la sociedad.

La American Express Company, que tiene desde hace más de un siglo un servicio de seguridad llamado «Inspectors Office», emplea a ese efecto a funcionarios jubilados de organizaciones policiales tales como el Servicio Secreto de los Estados Unidos, la F. B. L, el servicio C. I. D. del Ejército de los Estados Unidos, Scotland Yard, la Seguridad Nacional francesa, los carabineros italianos, la Policía Federal Mexicana y los servicios locales de policía de Montreal, Nueva York, Chicago, Los Angeles, etc.

Ello permite mantener un estrecho enlace con las organizaciones oficiales de Policía.

Ese estrecho enlace permitió dilucidar, entre otros, los tres casos de homicidio que se reseñan a continuación.

Se descubrió en una carretera rural, a unos 120 kilómetros de Bangkok (Tailandia), el cadáver de Dorrit Von Haven, manequín danesa de veintitrés años. La autopsia puso de manifiesto que la muerte se debía a una herida de bala de calibre 22 debajo del seno izquierdo.

Además el cadáver presentaba graves cortaduras en el cuerpo, la cara y la cabeza.

Tres días más tarde se produjo en el Erawan Hotel de Bangkok un hecho que, al parecer, no tenía ninguna relación con esa muerte: un ciudadano tailandés, llamado Kikiat Ruengrith, de veintiún años, entró en el hotel y negoció cheques de viajero de la American Express por un importe total de 1.150 dólares. Después de marcharse Ruengrith, el cajero observó que en todos los cheques, la firma estampada en la parte superior había sido escrita con una pluma ancha, de punta de fieltro y que parecía haber, debajo de ella, otra firma escrita con una pluma fina. Advirtió de ello al servicio de seguridad del hotel uno de cuyos miembros había observado la operación, había reconocido a Ruengribh y sabía dónde se le podría encontrar.

Se advirtió asimismo a la Policía de Bangkok de la irregularidad de los cheques de viajero y Kinkiat fue rápidamente detenido. La Policía de Bangkog se puso también en contacto con la sociedad World Travel Service Ltd., corresponsal de la American Express en Bangkok, y le pidió informes sobre los números de los cheques de que se trataba, a fin de identificar al primitivo propietario.

La American Express posee una documentación completa sobre todos sus cheques de viajero, que puede ser sometida a las calculadoras electrónicas. En el momento de la impresión se asigna a cada cheque un número de serie; ello permite seguir su curso desde el punto en que se le guarda hasta el de distribución. En ese momento se añade al registro el nombre del banco o agencia que lo vende al detalle. Cuando se vende el cheque a un cliente, se transmite inmediatamente a la oficina central de Nueva York el formulario de venta, en el que figuran la firma y la dirección del comprador. Los datos registrados en los archivos se amplían cuando se devuelve el cheque, una vez hecho efectivo. Al dorso figura el endoso del lugar donde se cobró, el nombre del Banco en que fue depositado y la cámara de compensación que lo envió a la American Express.

Las calculadoras electrónicas existentes en la Casa Central de la American Express -en que se archivan todos los documentos originales devueltos- conservan todos esos datos.

En respuesta a la pregunta de la Policía de Bangkok, recibida por conducto del representante de la American Express en Tailandia, la Inspectors Office de la compañía hizo saber a Bangkok que todos esos cheques de viajero habían sido vendidos a una sola persona, Dorrit von Haren, entre el 9 de septiembre y el 3 de enero, en un Banco de Los Angeles y en oficinas de la American Express de Hawai y de Hong Kong.

Esos datos permitieron establecer una correlación entre dos hechos distintos: el descubrimiento del cadáver y el cobro de los cheques.

Se procedió a un registro en el domicilio de Kikiat Ruengrith, donde se encontraron un paquete de proyectiles de calibre 22, varios proyectiles sueltos y un revólver pluma del mismo calibre. En el suelo del cuarto de baño se descubrieron también manchas de sangre antiguas. La peritación balística demostró que el proyectil encontrado en el cadáver de Dorrit von Haven había sido disparado con el arma encontrada en el domicilio de Kikiat Ruengrith. Como resultado de todo lo anterior, Kikiat fue inculpado del asesinato de la señorita von Haven, además de serlo de falsificación

Se convocó a la American Express a testimoniar en Bangkok con respecto a los cheques de viajero.

Otro caso del mismo tipo se inició con el descubrimiento del cadáver de una mujer joven en una tienda de campaña abandonada en un terreno de «camping» cerca de Edimburgo (Escocia). La Policía no contaba con ningún indicio que pudiera facilitar su tarea; incluso la identificación de la difunta parecía difícil, ya que la cara había empezado a descomponerse. Por último, pudo lograrse gracias a las huellas dactilares; dos de las tomadas al cadáver correspondían a las de Anita Harris, norteamericana de diecinueve años que había sido empleada del Gobierno de los Estados Unidos.

Cuando se comunicó la muerte de su hija a los padres de la señorita Harris, domiciliados en Eureka (California), se acordaron de que, antes de irse de vacaciones a Europa, Anita había comprado cheques de viajero de la American Express y comunicaron ese dato a la Policía.

Esta pidió la cooperación de la American Express, la cual comprobó que la señorita Harris había comprado en San Francisco cheques de viajero por valor de 930 dólares (tres de 10 dólares, cuatro de 100 y uno de 500). Posteriormente, en Nueva York, había cambiado el che que de 500 dólares por otros 10 cheques de viajero de 20 dólares y tres de 100 dólares. Había cobrado todos esos cheques, salvo 400 dólares, en San Francisco y Nueva York y en Europa.

En ese resto de 400 dólares figuraba uno de los cheques de 100 dólares; los demás eran cheques de menos valor. Se enviaron rápida mente a las autoridades policiales de Escocia, para que pudieran utilizarlos en sus averiguaciones, los cheques cobrados que se habían recibido en Nueva York.

Se comprobó que el número de serie del cheque de 100 dólares no cobrado era RA 32.112.507; ese dato iba a resultar uno de los elementos decisivos de la investigación.

Entre los efectos personales de Anita Harris, se encontró el habitual cuaderno de direcciones y, como se hace naturalmente en casos análogos, se tomó contacto con todas las personas que figuraban en la lista, para pedirles la información que pudieran proporcionar. Entre los nombres escritos en el cuaderno, figuraba el de Barry Dean Ashington. Cuando la Policía quiso interrogarle para eliminarlo de la lista de sospechosos, no lo encontró en su domicilio en Brighton (Inglaterra). Se descubrió entonces que se trataba de un individuo llamado Barry Michael Ashington, ya condena do por diversas faltas. Investigaciones ulteriores permitieron descubrir que Ashington había sido detenido bajo el nombre de Dean Baldwin, por robo con fractura en Irlanda, donde purgaba una corta pena de arresto. El delito, la detención y la condena eran posteriores al homicidio de Edimburgo.

Las huellas dactilares permitieron determinar la identidad de Ashington, quien fue interrogado por la Policía escocesa en la cárcel donde extinguía su condena. El interrogatorio y los datos que figuraban en los archivos de la Policía irlandesa permitieron averiguar que, antes de ser detenido, Ashington había tirado a la alcantarilla algunos objetos. Una minuciosa búsqueda permitió encontrar dos pedazos de cheques de viajero de la American Express. Uno de ellos tenía parte de una firma, en la que se podía leer «Anita» y parte de un número de serie «2 112 5». En el segundo pedazo había una parte del número de serie MICR, impreso con tinta magnética.

Se podían leer en él las cifras «1125076». Los agentes especiales de la American Express demostraron a la Policía que esas cifras formaban parte del número del cheque RA 32 11,2 507 El «6» suplementario era un número de control utilizado por la American Express, aplicando una clave, cuidadosamente estudiada, que hacía que no figurase, después de las cifras 112 507, sino en un solo cheque de viajero.

Un agente especial de la oficina de Londres de la American Express, compareció ante la Edimburgh Assizes Court y dio las explicaciones pertinentes respecto a la identificación y la negociación de los cheques de viajero. Ashington fue condenado en la Edimburgh Assizes Court a prisión perpetua por asesinato y robo.

Estos casos, en los cuales, además de la falsificación o la imitación había un homicidio o un asesinato, no constituyen sino ejemplos de las pruebas que pueden aportar los documentos de la American Express. En muchos lugares del mundo la Policía ha podido dilucidar con el mismo éxito otros asuntos menos espectaculares.