Falsificación de cartas de personajes peruanos de la guerra del guano y del salitre

Monografía realizada por: Jorge G. Paredes M.

Uno de los puntos que ha dividido a los historiadores, fundamentalmente peruanos, de la guerra del Pacífico entre Perú, Bolivia y Chile (1879-1883), es el referente al viaje del Presidente del Perú Mariano Ignacio Prado, en diciembre de 1879 (la guerra había comenzado el 5 de abril de 1879). Muchos lo han presentado como una cobarde huida, llegando incluso a hablarse de que no sólo fue huida cobarde sino que Prado aprovechó del escape para llevarse dinero del Estado peruano. Los historiadores más serenos, más desapasionados, más objetivos, como son el caso de Jorge Basadre, Percy Cayo Córdova y César Arias Quincot, para poner sólo tres ejemplos, concluyen que dicho viaje en plena guerra y en la crítica situación que se encontraba el Perú, fue totalmente desacertado e impolítico. Basadre escribe en su «Historia de la República del Perú»(Lima, 1969, tomo VIII) «La historia independiente no puede menos que censurar el viaje de Prado».Percy Cayo Córdova, en su trabajo «La Guerra con Chile» (Historia del Perú. Perú Republicano tomo VII, Editorial Juan Mejía Baca 1981) escribe: «Acertado o no, el juicio de la historia mayoritariamente se ha inclinado por censurar acremente la actitud del presidente y auque la página final de tal juicio puede quedar por escribirse,…» Y César Arias en su «Historia Política del Perú. Siglos XIX – XX (En: «Compendio Histórico del Perú. Historia Política y Económica del Perú (1820-1998); Madrid, 1998; tomo VII), escribe: «…el presidente Prado tomó la trágica decisión de embarcarse rumbo a EEUU para, con su presencia, activar las gestiones para lograr que el país recibiera esos barcos de guerra. La decisión fue lamentable e irresponsable, porque, dada la naturaleza de nuestra vida política, caracterizada por instituciones débiles, la presencia física del mandatario era vital para mantener la estabilidad política. Además, como la mayoría de la opinión pública desconocía este problema, la actitud del presidente fue entendida como una «fuga» que lindaba con la «traición»»

En cuanto a la acusación de que Prado se llevó dinero, Basadre escribe: «La versión de que Prado se llevó consigo el dinero destinado a la compra de nuevos barcos es calumniosa». Felipe Portocarrero Suárez en su obra «El Imperio Prado:1890-1970» (Lima, 1995) muy bien señala que «…ese viaje fue vivido por el país como un episodio traumático que envolvió a la población en un profundo sentimiento de abandono y desmoralización, agudizado todavía más por la cercana pérdida del Huáscar. » Y más adelante continúa Portocarrero: «Cuando el general Mariano Ignacio Prado y Ochoa viajó fuera del país en las dramáticas circunstancias bélicas en que lo hizo, desencadenó «sospechas inquisitoriales» entre sus contemporáneos. Estos últimos sintieron su partida como una fuga vergonzosa, como una evasión de sus responsabilidades producto del temor y la cobardía difícilmente excusables en un militar y, menos aún, en quien había sido depositario del fervor popular y tenido como héroe (se refiere a su actuación en su papel en la lucha contra España en 1866, que llevó incluso a la formación de una Cuádruple Alianza conformada por Perú, Ecuador, Bolivia y Chile).

Felipe Portocarrero ha analizado, en la obra que hemos mencionado, el «complejo reparativo» que debió actuar en los descendientes de M.I. Prado (su hijo Manuel Prado y Ugarteche llegó a ser presidente del Perú en dos oportunidades: de 1939 a 1945 y de 1956 a 1962), los cuales llegaron a crear un poderoso imperio económico, el denominado Imperio Prado, estudiado por Felipe Portocarrero y desde otra óptica por Dennis L. Gilbert en su obra «La oligarquía peruana: historia de tres familias» (Lima,1982)

Ahora sí estamos en condiciones de poder entender con claridad la aparición de documentos apócrifos con relación al período de la guerra del Pacífico. Esos documentos tenían (he aquí una semejanza con los documentos presentados por Colombres) un único objetivo: justificar la salida, del territorio peruano, que hizo el Presidente Prado, falsificándose misivas en las cuales personajes como Miguel Grau, Andrés A. Cáceres, Francisco García Calderón y Lizardo Montero, aparecían aconsejándole al Presidente Prado viajar a Europa. En una supuesta carta de Cáceres a Francisco García Calderón, fechada desde Arica a 8 de noviembre de 1879, leemos: «Un sentimiento patriótico me impulsa a dirigirle estas breves palabras de acuerdo con Montero, para pedirle animar al Presidente Prado a un viaje a Europa a conseguir los refuerzos de material de guerra que el Perú necesitará mañana para hacer frente quizá a una larga campaña con Chile». Y en una pretendida carta nada menos que de Miguel Grau dirigida a Lizardo Montero, fechada desde Iquique el 22 de mayo de 1879, leemos:

» …En reciente correspondencia de Lima, me impongo de las dificultades de los emisarios peruanos en Europa para comprar barcos de guerra. Se me dice que sus gestiones no inspiran confianza y que se pide con urgencia la presencia del Presidente Prado para garantizar los préstamos y obtener los armamentos de mar y tierra que exige la guerra.

Yo te ruego hablar con el Presidente Prado y mostrarle esta carta. Es el momento de asumir una situación, ahora que Chile después de perder la Esmeralda necesita tiempo para reponerse.

Así como los buques chilenos me han buscado inútilmente desde el 5 de abril que estalló la guerra y al encontrarme han sufrido un golpe fatal, puedo perfectamente seguir dando la impresión de estar perdido en el mar y mientras tanto dejar el Pacífico y marchar a Europa con el Presidente Prado, con el fin de que firme los empréstitos el Perú y regresar con barcos que sirvan para ponernos en igualdad de fuerzas con Chile».

En otra supuesta carta de Grau, suscrita desde Arica y con fecha 26 de mayo de 1879, dirigida a Francisco García Calderón, le dice: «…le ruego hablar con el Presidente Prado y decidirlo a viajar a Europa conmigo en el Huáscar sin que el enemigo sospeche, para negociar los empréstitos y regresar con los armamentos y los buques que necesitamos para vencer a Chile»

Otra de las cartas apócrifas es la de Lizardo Montero al Presidente Prado, fechada en Cajamarca el 18 de junio de 1879 y donde le dice: «Permítame le haga llegar la carta que me remite para Ud. Miguel Grau. Yo comparto con él sus opiniones, …»

Lo que vemos claramente en este affaire, es la intención de querer librar a Mariano Ignacio Prado y Ochoa de la mancha de «prófugo, ladrón y asesino de Miguel Grau», con lo que, en forma hiperbólica pero reflejando el sentir colectivo de un sector muy grande de peruanos, se llegó a caracterizarlo en un folleto publicado por vez primera en 1936, titulado ¿Puede ser un Prado Presidente del Perú?, aprovechándose la candidatura presidencial de Jorge Prado y Ugarteche, como nos lo recuerda Felipe Portocarrero. Y no se vaya a pensar que ese panfleto, donde se lanzan tan duros epítetos, fuera obra de algún dirigente político del sector popular. Se sospecha que sus autores fueron Pedro Beltrán y Manuel Mujica Gallo, dos connotados miembros de la burguesía peruana. Innegablemente esa posición tan dura se explica, como lo señala Portocarrero, porque «…el objetivo de la aparición de dicho follero era extraer dividendos políticos de corto plazo intentando apuntalar la candidatura de Manuel Vicente Villarán tras la que se encontraban José de la Riva Agüero, Pedro Beltrán y Clemente Revilla, con sus respectivos partidos, es decir, la oposición de la reacción enfrentada al candidato del Frente Nacional, Jorge Prado y Ugarteche , representante del sector más nacional de la oligarquía y también el políticamente más flexible en relación al APRA». Esta posición política tiene su correlato en el siglo XIX, porque la llamada «leyenda negra sobre la familia Prado» tuvo sus auspiciadores en los enemigos políticos de M.I. Prado, como consecuencia de la política de estatización de las salitreras de Tarapacá que realizara Prado, continuando con el proceso iniciado durante el gobierno de Manuel Pardo, el primer presidente civil del Perú.

Una pregunta que de seguro surge a estas alturas del análisis, es el referente a la identificación del Colombres Mármol peruano. El personaje es el historiador peruano Luis Humberto Delgado, uno de los más fervorosos defensores de la figura histórica de M.I. Prado. Entre otros defensores, Portocarrero nos recuerda a Pedro Irigoyen y a Federico More. Pero L. H. Delgado en su obra titulada «Guerra entre Perú y Chile – 1879″ (Lima,1965) presenta las cartas que hemos reseñado y cuyo punto medular es presentar a Grau como el de la idea del viaje del Presidente Prado, a Europa en búsqueda de armamento. Si, nada menos que «El Caballero de los Mares» (Miguel Grau) era el que sugirió al Presidente la necesidad del viaje, entonces qué se le podía reprochar a Prado. Y es por ello que algunos de sus defensores señalan que fue víctima de la adversidad, de la calumnia y de la insidia». Y el Propio Prado en su «Manifiesto del general Prado a sus ciudadanos» suscrito desde Nueva York con fecha 7 de agosto de 1880, nos dice:

«Sin buques cada día se acentuaba más la gravedad de esta situación, y era desesperante para mí resignarme a ella, si hacer de mi parte el mayor esfuerzo, el mayor sacrificio (el subrayado es nuestro) para conjurarla y dominarla.

Fue entonces cuando acogí después de larga y madura reflexión, el proyecto de salir personalmente en busca de cuanto necesitábamos como el medio más seguro, eficaz y salvador». (Ahumada, Pascual. «Guerra del Pacífico. Recopilación completa de todos los documentos oficiales,…» (Valparaíso: 1884-1891, tomo III, páginas 382 y sgtes.)

Similar a lo que ocurrió con la denominada «Carta de Lafond», en un primer momento las cartas exculpatorias de M. I. Prado no fueron objeto de reparos en cuanto a su autenticidad, o, para hablar con mayor precisión, no se le dio realmente la importancia adecuada y no hubo preocupación para someterlas a ningún tipo de análisis. Los historiadores más serios sólo preferían ignorarlas. Pero, como señala Percy Cayo, fue el eximio historiador peruano Rubén Vargas Ugarte quien las avaló como verdaderos documentos históricos, en 1971, al escribir: «Es preciso afirmar que Prado emprendió el viaje después de muchas vacilaciones y que lo alentaron a hacerlo así jefes, como Grau, Andrés A. Cáceres y Montero, como se desprende de las cartas publicadas por Luis H. Delgado en su obra: Estampas de la guerra, Perú y Chile. 1879». Vargas Ugarte, especializado en diversos temas de la historia peruana, se dedicó también a la guerra con Chile y justamente aportando documento inéditos como la Memoria del General Buendía, para lo cual utilizó el archivo de dicho personaje, y luego en su obra «Guerra con Chile. La campaña de Tacna y de Lima» hizo uso de documentos del archivo de Nicolás de Piérola. Causa extrañeza que un historiador de la calidad de Rubén Vargas Ugarte avalara los controvertidos documentos presentados por L. H. Delgado. A pesar de su larga experiencia con documentos manuscritos, fruto de sus investigaciones en gran cantidad de archivos del Perú, América y Europa, no reparó en el gran fraude, del cual si creemos que debió estar informado Luis H. Delgado.

Sin embargo cosideramos que es justo precisar que Luis Humberto Delgado era un historiador prolífico, que incluso realizó trabajos muy serios de tipo documental, como son, por ejemplo, los «Anales del Congreso del Perú».También realizó trabajos biográficos como la «Historia del general Mariano Ignacio Prado», «La obra de Francisco García Calderón», «Comentarios históricos. Miguel Grau» y su voluminosa «Historia de Antonio Miró Quesada 1875-1935» A la guerra con Chile le dedicó varios trabajos, aparte del mencionado donde aparecen los documentos apócrifos. Entre estos otros trabajos podemos mencionar «Todo el proceso de Tacna y Arica», «Tres glorias: Angamos, Arica y Zarumilla». También a la guerra con España le dedicó una obra titulada «Guerra entre el Perú y España –1866″(Lima,1965) donde también aparecen importantes documentos, la mayoría suscritos por M.I. Prado. Esto si marca una notable diferencia con E. L. Colombres Mármol (p).

Tenemos la sospecha, y lo adelantamos líneas arriba, que don Luis H. Delgado tuvo que ver con las falsificaciones, aunque no podemos estar seguro que él fuera el falsario. Lo evidente es que alguien tuvo que encargar o encargarse de la fabricación de esas misivas, las cuales serían utilizadas para tratar de vindicar la memoria de Mariano Ignacio Prado. Recordemos que Guillermo Billinghurst presidente del Perú depuesto en 1914, por un golpe de Estado en el cual participaron los hermanos Prado (Jorge y Manuel), nos cuenta el siguiente hecho: » El joven Prado en extenso y patético discurso me expuso en síntesis, lo siguiente: Que todos ellos (los amotinados) reconocían mi patriotismo, probidad y preparación para el gobierno. Que yo había equivocado, sin embargo el rumbo que debía imprimir a la política interna (lo cual no hablaba, por cierto, muy alto a favor de mi preparación) y, por último; que los hijos del expresidente Prado tenían que «vindicar la memoria de su padre»»( En: Gilbert, Dennis «La oligarquía peruana. Historia de tres familia., Lima, 1982; pp.157-158).

¿Pudo algún miembro de la familia Prado, más de medio siglo después del incidente relato en 1915 por Guillermo Billinghurst, tener un interés en terminar con el «complejo reparativo» tratando de recurrir al veredicto de la propia historia aunque fuera falseándola? No lo sabemos. Como dice Felipe Portocarrero: «Para ellos (la familia Prado), la cuestión era cómo desterrar hacia las regiones del olvido colectivo la pesada sombra del pasado. Pero, al mismo tiempo, de lo que se trataba también era de conjurar el traumatismo psíquico de la familia. Desde este punto de vista, la «pavorosa tragedia» del general Prado, como lo llamó Basadre en uno de sus últimos trabajos, nos permite comprender mejor el leit motiv que más tarde induciría a sus descendientes a reivindicar la memoria de su antepasado, a partir de su conversión en un poderoso clan familiar que reclamaba para sí el ser reconocido como un grupo económico de carácter nacional».(Portocarrero, F. Op. Cit; p.38)

Jorge Basadre señala que el archivo de Piérola estuvo en manos de su hijo Amadeo Piérola y al morir éste en manos de su esposa Consuelo, que por motivos de su religiosidad donó el citado Archivo a Rubén Vargas Ugarte, sacerdote jesuita y acucioso historiador. En las «Conversaciones. Jorge Basadre, Pablo Macera» (Lima,1974, p. 166) , Basadre expresa: «Él (Vargas Ugarte) es ahora el propietario de tan valioso tesoro. Pero la enorme cantidad de fuentes que don Nicolás recopiló y ordenó tan cuidadosa y tan pacientemente, no obstante los trajines de su vida llena de exilios y de persecuciones, es utilizado por un enemigo suyo únicamente para atacarlo».

Por allí podría encontrarse la pista para investigar la gran falsificación de misivas que presentara Luis Humberto Delgado, quien no escondía sus simpatías hacia M. I. Prado. Al igual que en el caso de San Martín, en el cual se buscaba explicar su abandono del Perú en momentos tan difíciles, presentándolo como un acto de desprendimiento total, para evitar una lucha fratricida y dejarle abierta las puertas a Bolívar, quien no lo había comprendido o no lo había querido comprender, en su intento de unir totalmente las fuerzas de los ejércitos libertadores del sur y del norte, que ellos capitaneaban, para terminar con el enemigo común: las fuerzas realistas situadas en el Perú. En el caso peruano lo que se pretendía era presentar al M.I. Prado como un personaje que intenta realizar un acto que pudo haber cambiado el curso de la guerra, porque con su viaje pretendía solucionar los impases para la compra de armamentos para el Perú. Y ello, por lo demás, era consecuencia de los consejos dados por personajes tan señeros de la historia peruana como Miguel Grau, Andrés A. Cáceres, Francisco García Calderón y Lizardo Montero. Si en el caso de los libertadores de América el personaje mezquino, egoísta, ambicioso era Simón Bolívar, en el caso peruano el personaje nefasto era nada menos que don Nicolás de Piérola y Villena.

Percy Cayo ha señalado varios factores que indican la inautenticidad de las cartas utilizadas por vez primera por L.H. Delgado. Percy Cayo escribe:

«La crítica histórica, por otra parte, no puede dejar de llamar la atención sobre otros aspectos: la redacción que difiere de la de otros escritos de nuestro gran marino (se refiere a Grau); el uso constante de letra minúscula para hincar la escritura del mes en que se datan las fechas, cuando es usual en la correspondencia de Grau el uso de mayúsculas; el uso común de tildar la preposición a, que también encontramos en otras cartas, resulta ausente en estas dos de que nos ocupamos (se refiere a las cartas enviadas por Miguel Grau a Francisco García Calderón de fechas 26 de mayo y 5 de junio de 1879); la simple comparación de las firmas del almirante con otros muchos autógrafos suyos conocidos, aportan elementos de juicio suficientes como para declarar que por lo menos estas dos cartas de don Miguel Grau a don Francisco García Calderón, deben ser consideradas apócrifas.» (Cayo, Percy «Guerra con Chile» (Barcelona; Editorial Juan Mejía Baca, 1981 tomo VII de la Historia del Perú. Perú Republicano; p. 203)

También Percy Cayo señala que esas cartas son apócrifas porque la suscrita el 26 de mayo de 1879 desde Iquique, no corresponde a la verdad porque ese día Grau se encontraba en Antofagasta. Lo propio ocurre con la del 5 de junio de 1879 suscrita desde Iquique, cuando por documentos auténticos sabemos que ese día el almirante Miguel Grau se encontraba en Mollendo.

Podemos añadir otro argumento que refuerza la apocricidad de las cartas presentadas por L.H. Delgado. Ni Mariano Ignacio Prado ni los personajes más cercanos de su entorno ( por ejemplo el Vicepresidente Luis La Puerta o su Ministro José María Quimper) en ninguno de sus documentos incontrovertibles hacen referencia que la decisión de viajar fuera sugerida por personaje alguno. Basadre al analizar la correspondencia de Prado a Montero con relación al viaje, que es la del 18 de diciembre de 1879, nos dice: «Del texto de esta carta se deduce claramente que la resolución de viajar a Europa la tomó «desde mi arribo a esta capital»» Y líneas más abajo, Basadre escribe: «Que el viaje de Prado a Europa fue proyectado por él mismo después de su regreso a Lima, aparece también en el manifiesto de José María Quimper, su ministro…». Y lo que es más grave, el ministro de Prado José María Quimper ha dejado su testimonio en el sentido de que cuando el Presidente le hizo su conocer su proyecto de viajar a Europa y los Estados Unidos, «para acelerar con su presencia y con su acción inmediata, la remisión de armamentos y la adquisición de una escuadra», él (Químper) le hizo saber su oposición al proyecto, pero sin lograra convencerlo. Químper, sin embargo, es benévolo en su juicio sobre el viaje de Prado. Quimper escribe: «Indudablemente era nobilísimo el móvil que indujo al general Prado a ausentarse del Perú; pero no fue, a mi juicio, político ni conveniente dejar el país en aquellos momentos» (Citado por: Basadre, Jorge «Historia de la república del Perú»; Lima 1969; tomo VIII, p. 178).

En la carta circular del General M. I. Prado suscrita a bordo del Paita, en Guayaquil el 22 de diciembre de 1879, tratando de explicar su «intempestiva salida de Lima» dice: «Por las últimas comunicaciones venidas de Europa, veíamos con sentimiento que, debido en gran parte a competencias y rivalidades de nuestros comisionados , nada se podía hacer ni conseguir respecto da la adquisición de buques». Aquí la explicación de su salida radica en las comunicaciones venidas de Europa».

De haber sido ciertos los consejos recibidos por Prado de parte de personajes como Grau, García Calderón, Cáceres y Montero, para que viajase a Europa para la compra de armamento, resulta inconcebible que personajes como La Puerta y Químper no lo supiesen, porque de haber tenido conocimiento de ello, hubiesen tenido que sopesar cuando le expusieron al Presidente su oposición a dicho viaje.y lo hubiesen mencionado en algún documento.

Otro punto analizado por Percy Cayo tiene que ver sobre la legalidad o ilegalidad del viaje. Casi todos los historiadores, entre ellos Jorge Basadre, reconocen que fue legal porque el decreto del 18 de diciembre que autorizaba su salida se basaba en la resolución legislativa del 9 de mayo de 1879, autorizando para que el Presidente de la República pueda mandar las fuerzas de mar y tierra, y además salir del territorio nacional, si fuese necesario. Cayo señala, sin embrago, y en ello tiene toda la razón, que los legisladores al dar dicha autorización debieron estar pensando en la posibilidad de que pudiera pasar a Bolivia o a Chile. Cayo, escribe: «El espíritu de esa autorización, indudablemente, no estuvo dirigido a que el presidente abandonara el territorio nacional como lo hizo siete meses más tarde. Mas parece haber estado, definitivamente dirigida dicha autorización al viaje al sur, que emprendería once días más tarde, a«mandar las fuerzas de mar y tierra»» (Cayo, Percy Op. Cit, p. 201). Sin embargo, consideramos que el uso que se hizo de esa autorización del mes de mayo ya en diciembre no ilegaliza el viaje, lo que no significa que pretendamos justificarlo, porque a todas luces fue una decisión totalmente impolítica y realmente sin pies ni cabeza. Hay que recordar que el propio Vice Presidente General Luis La Puerta, en carta fechada en Lima el 11 de marzo de 1880 le decía Prado: «En la noche en que Ud. se resolvió ir a Europa, le dije que podía yo montar a caballo, viviría 6 u 8 días, pues no tardaría más en estallar la revolución; me equivoqué en 2 días…» (Vargas Ugarte, R. Op. cit. p. 70). Si con esa tan seria advertencia de su propio Vicepresidente, Prado tomó la decisión de emprender viaje, a como diera lugar, tuvo y tiene que asumir la responsabilidad histórica de su actitud irreflexiva.

3. Bibliografía

Parte 1

-Academia Nacional de la Historia de Venezuela. «Cartas Apócrifas sobre la Conferencia de Guayaquil (Caracas, 1945). Contiene:

a.Dictamen de la Academia Nacional de la Historia de Venezuela de 7 de noviembre de 1940

b.Lecuna, Vicente. «Refutación y mentís al libro del Sr. Colombres Mármol. Cartas apócrifas publicadas como auténticas por el Sr. E. L. Colombres Mármol, ex embajador de la Argentina en el Perú, en un libro intitulado «San Martín y Bolívar en la Entrevista de Guayaquil a la luz de nuevos documentos definitivos»»

c.Lecuna, Vicente.»Contestación al Sr. Rómulo Carbia, defensor de las cartas apócrifas del Sr. Colombres Mármol»

d.Millares Carlo, Agustín. «Apocricidad de los documentos presentados por Colombres Mármol»

e.Dictamen de la Comisión Nacional Argentina.

f.Carta del Sr. José M. González Alfonso, de 15 de octubre de 1941.

– Academia Nacional de la Historia de Venezuela. «Sobre las cartas falsas de Colombres Mármol. Acuerdos de la Academia». (Boletín de la ANHV, abril-junio 1958).

-Carbia, Rómulo «San Martín y Bolívar frente al hallazgo de nuevos documentos » (Buenos Aires, 1941)

-Colombres Mármol, E. L. (p) «San Martín y Bolívar en la Entrevista de Guayaquil a la luz de nuevos documentos definitivos» (Buenos Aires,1940)

-Colombres Mármol, E. L. (h). «En defensa de las discutidas cartas del general San Martín» (Buenos Aires, 1947)

-Mendoza, C. L. «Nota Editorial» (Boletín de la Academia Nacional de l Historia de Venezuela, N° 130, abril-junio 1950; pp. 139-143)

-Ortiz, Sergio E. «El Nacionalismo en la Historia» (Revista de la Sociedad Bolivariana de Venezuela; 24 de julio de 1950; pp. 215-22)

-Sayán de Vidaurre, A. ««San Martín y Bolívar en la Entrevista de Guayaquil a la luz de nuevos documentos definitivos», libro del embajador Eduardo Lástenes Colombres Mármol» (Buenos Aires, 1942)

Terán Gómez, Luis.»Crítica de un proceso» (Revista de la Sociedad Bolivariana de Venezuela; 24 de julio de 1950; pp. 223-226)

-Vargas Ugarte, Rubén «Historia General del Perú. Emancipación» (Barcelona, 1966; tomo VI).

Parte 2

-Ahumada Moreno, Pascual. «Guerra del Pacífico. Recopilación completa de todos los documentos oficiales, correspondencias y demás publicaciones referentes a la guerra, que ha dado a luz la prensa de Chile, el Perú y Bolivia, conteniendo documentos inéditos de importancia» (Valparaíso: 1884-1891)

-Arias Quincot, César «Historia Política del Perú. Siglos XIX – XX (En: «Compendio Histórico del Perú. Historia Política y Económica del Perú (1820-1998); Madrid, 1998; tomo VII)

-Basadre, Jorge «Historia de la República del Perú»(Lima,1969; tomo VIII)

-Basadre, Jorge «Bibliografía General de La Etapa Republicana» (Lima,1968)

-Basadre, Jorge «Antecedentes de la Guerra con Chile» (Barcelona; Editorial Juan Mejía Baca, 1981 tomo VII de la Historia del Perú. Perú Republicano)

– Cayo, Percy «Guerra con Chile» (Barcelona; Editorial Juan Mejía Baca, 1981 tomo VII de la Historia del Perú. Perú Republicano)

-Conversaciones. Jorge Basadre. Pablo Macera (Lima,1974)

-Delgado, Luis Humberto «Guerra entre Perú y Chile – 1879» (Lima, 1965)

-Gilbert, Dennis L. «La oligarquía peruana: historia de tres familias» (Lima, 1982)

-Portocarrero Suárez, Felipe «El Imperio Prado: 1890-1970» (Lima, 1995)

-Vargas Ugarte, Rubén «Historia General del Perú. (Lima, 1971; tomo X)

-Vargas Ugarte, Rubén. «Guerra con Chile. La campaña de Tacna y de Lima. Documentos inéditos» (Lima,1970)

Autor:

Jorge G. Paredes M.- Lima-Perú.-

jgparedesm@yahoo.com

Recopilado y condensado por: Jorge S. Marti

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