Prisioneros, Falsificaciones Billetes de Banco y Filatelia
Antes de la revolución bolchevique el profesor Iván Miassojedoff daba clases en la Academia de Arte de Petrogrado. Allí tuvo de alumno a Solomon Smolianoff, un hombrecito delgado, de cara redonda y orejas enormes, nacido en Poltava. Cuando Stalin comenzó un pogromo contra judíos, tanto el profesor como su discípulo abandonaron Rusia, se separaron y, después de años de ir por distintos caminos, se reencontraron en Berlín. Cuando no hacían pinturas o grabados al aguafuerte unían sus talentos, que era mucho, para falsificar moneda británica y estadounidense o pasaportes; eran buscados por la policía de varios países europeos.
En 1924, en Alemania encarcelaron a Smolianoff y después a su maestro, quien ya se hacía llamar Eugene Zotow. En esa época Zotow se especializaba en hacer billetes de 100 libras esterlinas y de 500 dólares estadounidenses. Un jugador profesional le compró este dinero y junto a su bella esposa logró pasarlos en las mesas de juego de Montecarlo, fingiendo ser miembros de la alta sociedad europea.
La idea alemana de falsificar a gran escala moneda del Reino Unido, para desacreditarla, era anterior a la guerra. Se considera que esta maquinación fue la operación de estafa más importante en el mundo hasta entonces y uno de los mayores secretos de la guerra. Por una de esas ironías de la historis los nazis delegaron esa función en 140 judíos, prisioneros en campos de concentración, donde la alternativa era triunfar o morir. Y acá reaparece Solomon Smolianoff, a la cabeza de ese grupo. Esta parte de la historia comienza en 1939 cuando Himmler y Kaltenbrunner, altos funcionarios de la Alemania nazi, completan la organización del Departamento de Seguridad y Abastecimiento Iterno (RSHA); allí había una sección, la AMT F6, controlada por Himmler y de la que sólo otros pocos jerarcas conocían su función. Antes de comenzar la guerra allí ya se producían documentos y papeles identificatorios falsos para el espionaje alemán. Al principio la tarea no estuvo en manos de judíos y trabajaban cerca de Berlín. Se llevó a Kreische, uno de los mejores grabadores de Alemania, pero no se obtuvo los resultados esperados. Uno de los principales problemas era copiar la calidad del papel británico, lo que recién se logró a comienzos de 1942. entonces se colocó al frente del AMT F6 a Bernhard Kruger (por lo que la tarea pasó a denominarse «Operación Bernhard»), quien se puso a buscar por los campos de concentración grabadores, impresores, etc.
Tenían que ser judíos puros o de media sangre porque, según instruyó Himmler, si por algún motivo fracasaban no quedaría ningún rastro de ellos.
El 23 de Agosto de 1942 llegaron al campo de Sachsenhausen-Oranienburg (cerca de Berlín y abierto en 1936) los primeros siete prisioneros, agregándose el resto semanas más tarde. Estaban en un sector aparte del campo, aislado por un triple alambrado de púas electrificado, vigilados por un destacamento especial de las SS, había frecuentes cambios de guardias, no se permitía la entrada a guardias comunes y se les advirtió a los prisioneros que quien tratara de comunicarse con otros detenidos, fuera de ese circuito especial, sería ejecutado. Hubo unos SS que en charla de borrachos comentaron que custodiaban el «recinto secreto»: fueron sentenciados a 15 años de cárcel.
Smolianoff fue capturado otra vez en 1940 por imitar papel moneda y condenado a cinco años de cárcel. Entre los 140 presos reapareció nuestro conocido Smolianoff, uno de los falsificadores más hábiles de Europa, por entonces de 45 años, que venía del campo de Mauthausen (en Austria Superior, donde estuvo el arquitecto polaco Simon Wiesenthal); en sus manos estaría el destino de todo el grupo. Cuando en 1924 fue detenido, su trabajo al hacer 6.000 libras esterlinas fue tan bueno que sólo el Banco de Inglaterra pudo descubrir la falsificación.
Kruger les prometió que, si hacían bien el trabajo, no les pasaría nada (se salvaron todos) y tendrían privilegios: comida mejor que elr esto de los internados, periódicos, radios, cigarrillos, tenis de mesa, etc. También les dijo que si Alemania ganaba la guerra trabajarían para el gobierno y tendrían una casa con jardín, pero si perdían serían eliminados.
En abril de 1943 finalmente Smolianoff logró hacer un billete de 50 libras idéntico a los originales. Desafió a Kruger a detectarlo entre varios verdaderos… y Kruger perdió. Estudiada la falsificación por funcionarios de Reichsbank, acordaron que la imitación era casi perfecta (había algunas manchas menores, difíciles de detectar); se dió la orden de comenzar la producción. Para ese entonces, a cuyo frente estaba Robert Bartsch, ya se fabricaban miles de hojas de papel que sólo une xperto distinguiría de las utilizadas por el banco de Inglaterra; entre junio y julio de aquel año se remitieron a Berlín 250.000 hojas en cada una de las cuales se podrían imprimir 4 billetes (y la producción era de 50.000 mensuales).
Smolianoff confeccionó planchas de cobre para billetes de 5, 10 y 20 libras, tan buenos como los de 50; se trabajaba las 24 horas, en dos urnos de 12. Los billetes falsos se comparaban con los legítimos y se clasificaban en cuatro categorías, de mayor a menor calidad (los de quinta categoría eran considerados inservibles). Las partidas eran enviadas a un cuartel de las SS, en Delbruckstrasse Nº 6 de Berlín, y distribuídos: los mejores iban a países neutrales para adquirir material bélico; los de segunda categoría para pagar a los agentes alemanes en el exterior; con los de tercera se pagaba a los agentes extranjeros (tal el caso del célebre espía turco «Cicerón», llamado Elyesa Bazna, cuya historia fue llevada al cine, en versión libre, e interpretado por el actor británico James Mason) y la compra de material en los países ocupados y, finalmente, los de cuarta (y más numerosos) se los guardó para arrojarlos sobre el reino Unido, la gente los recogiera y se creara confusión sobre cuál dinero era verdadero y cuál falso.
Como la falsificación anduvo bien con las libras esterlinas, se probó con los dólares estadounidenses. Cuando Smolianoff estaba por terminar las planchas Himmler decidió el traslado de Sachsenhausen a Redl-Zipf, en el Tirol austríaco. En febrero de 1945 un tren de 20 vagones llevaron prisioneros, imprentas, etc. a un laboratorio subterráneo, cuya entrada estaba disimulada por una antigua fábrica de cerveza. Kruger a comienzos de abril siguiente, con la excusa de ordenar la producción, pasó por allí con su mujer en su huída hacia Suiza; agentes de inteligencia aliados creyeron que alcanzaron Sudamérica. Pero Kruger, ambicioso y previsor, se guardó varios millones de dólares y se hizo hacer pasaportes falsos para 10 países (es probable que haya logrado convertir el dinero ilegítimo en moneda extranjera y lo depositara en una cuenta numerada en Suiza).
Al hacerse evidente el hundimiento de Alemania, llegó la orden a las SS de que hicieran desaparecer todo rastro de las falsificaciones y llevar los mejores billetes de imitación a Berchtesgaden, refugio de montaña de Hitler. Los prisioneros fueron transportados a Ebensee, donde las SS tenían orden de gasearlos para que no quedaran testigos, pero tropas estadounidenses los rescataron. Un camión alemán hundió su carga en el lago Tauputzsee, otro en el Ebensee y un tercero en el tormentoso río Enns, pero los cajones de madera se rompieron y los pobladores vecinos «pescaron» gran cantidad, que durante años aparecieron circulando por Europa.
En un año y medio, hasta el 31 de Diciembre de 1944, se produjeron casi 9 millones de billetes británicos por un monto de caso 650 millones de dólares. Quién estuvo, forzosamente, a la cabeza de esto, Salomón Smolianoff, luego de escapar de la muerte en Ebensee se fue a Italia (cierta vez, en la posguerra, se encontró, en la frontera entre Suiza e Italia, con quien fuera su maestro, el profesor Zotow) y se cree que luego vivió en alguna parte de Sudamérica.
¿Pero qué fue de la vida de Ivan Miassojedoff, alias Eugene Zotow?. Después de carias vicisitudes con la policía escapó de Alemania, en el año dle comienzo de la Segunda Guerra Mundial (1939), y se refugió en Vaduz, capital del Principado de Liechtenstein. Zotow era un hombre delgado, alto, de barba, con mirada triste, con un cierto parecido a algunas punturas de El Greco; fue el único artista delincuente en los siglos de historia independiente de Liechtenstein. Al tiempo de vivir allí ya era reconocido como un gran artista. Entre quienes admiraban las habilidades de Zotow se encontraban los funcionarios estatales que observavan las ganancias producidas por las emisiones de sellos postales, siendo las de este principado muy populares entre los filatelistas por su calidad y belleza.
Después de observar los trabajos de Zotow, el gobierno le encargó una serie de cinco valores para conmemorar hechos destacados de la historia del país. Cuando estuvieron listos las autoridades comprobaron que eran pequeñas obras de arte; observados al microscopio se podía apreciar los detalles del trabajo, asombrado que en todas las figuras, hasta doce en uno de los sellos, los rasgos eran una perfecta muestra de pericia y expresión, lo que se reflejó en la rápida aceptación por los coleccionistas, mirando meticulosamente los sellos se ve grabado en la parte inferior de cada uno la leyenda «Prof. E. Zotow» (Yvert 177/1, año 1942).
Viendo la capacidad reconocida, Zotow no pudo con el genio y se decidió a fabricar dólares, puesto que sostenía que los estadounidenses eran tontos al hacer tanto los billetes de poco valor como los de alta denominación del mismo tamaño, considerando a esto una invitación a falsificarlos (lavando los chicos tenía el papel para reproducir los grandes). De allí que hiciera un viaje a Suiza y en un punto de la frntera con Italia se viera con su antiguo discípulo Smolianoff, al que mandó a llamar a Roma, con quien conversó varias horas. No hay constancia de que Smolianoff le entregara algo al profesor, pero éste volvió con las planchas de cobra que precisaba. Llegó a producir 45 billetes de 100 dólares cuando sobrevino el derrumbe: una denuncia al consulado estadounidnse en Zurich, a fines de julio de 1947, lo puso al descubierto. La policía de Liechtenstein, la Suiza y un agente del servicio secreto de los Estados Unidos de Norteamérica hallaron las planchas y los billetes en la vivienda del ruso. Fue condenado a 2 años de cárcel y, luego, a la deportación.
Estando preso le pidió a un amigo que le consiguiera trabajo en la empresa británica Waterloo & Sons, que confeccionaba la moneda de varios países; esta persona se presentó en la firma, con muestras de los trabajos de Zotow, las que fueron estudiadas y un alto ejecutivo dictaminó que, en el mundo, sólo había 4 o 5 hombres tan capaces como ese, pero que no lo podían emplear por sus antecedentes, a pesar de que pinturas originales suyas se exhibían en el museo de los sellos del principado, a sólo un piso de una gran colección de obras de Rembrandt, Rubens, etc.
Finalmente lograron arreglos para que Zotow viniera, en 1953, a la Argentina. A los tres días de llegar murió de cáncer.
De esta manera dos historias que comenzaron en la lejana Rusia terminaron, tras varias décadas y alternativas, en nuestra acogedora Sudamérica.
Del Boletín SOFINUPLA:
Año VII – Nº 18
Junio de 1997
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